viernes, 17 de agosto de 2012




PENSAR...
Me levanté tan temprano que pude ver a dios y el diablo jugando una partida de ajedrez. Sin que ellos lo notaran los coloqué en una caja de cristal y los guardé bajo la cama.
Esa mañana sonreí como nunca, quizá ese fue el primer indicio de su ausencia; hoy nada tenía que ser ni blanco ni negro.  Por primera vez, tuve la oportunidad de pintar el mundo de colores. Hoy el sol  fue verde y las estrellas se asomaban durante el día, era mi sol, eran mis estrellas.
Te he podido besar hasta el cansancio, desearte, hacerte mía con locura, y después dejarte en medio del camino. No se asomaban los ojos del juez, tampoco los de su secretario.  El sol y la luna por fin se encontraron, bailaron un par de canciones y de la mano se fusionaron en aquel océano color naranja.
Sólo el tiempo no se dejaba domar, no se detuvo ni por un segundo, a veces mientras todos levitaban, él corría. Me muero por atraparlo, así podría perpetuar el momento en que me abrazas. No se ha podido, agonizan las horas a los pies del viejo reloj de pared que antes solía arrullarnos al final del día.
Se ha terminado la partida de ajedrez, por la posición de las piezas deduzco que ha ganado el diablo, por el desorden en su silla sé que hizo trampa. Una vez más se me han escapado, han vuelto  a tomar posiciones. Dios muy arriba y sordo, el Diablo atento pero muy abajo, por debajo de mis principios. Se han escapado una vez más, con ellos mi capacidad de pensar por mí mismo y poder amarte sin remordimientos.

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